Si te miro, fingiré ser tu amigo, como siempre, aunque duela, aunque en mi interior esté deseando abrazarte, besarte, y decirte una y otra vez, cuanto te quiero.
Pero no, ahí estoy yo, de amigo, de apoyo moral en tus momentos difíciles, cuando tu no eres correspondido por otra persona ¿Qué ironia verdad?
Todos los días, todos los días tengo que pasar a ser el amigo gracioso, al que no le molesta nada, ese soy yo, día tras día.
Sonreiré durante el resto de mis días, esperado que sonrías también, aunque lo único que quieras de mí sea desahogo, estaré ahí, como siempre.
Aunque esté destrozado como ahora, no me verás una lágrima, quiero que al menos tú, quien mas me importa, me vea contento, aunque en secreto esté pensando en lo feliz que realmente sería si tu sonrisa, fuese para mí, dedicada, personalizada, exclusiva, con ese algo que hace de mi sonrisa, tuya.
Y aun así, aunque mas o menos te figures que pasa, estaré ahí, como siempre, después de todo: ¿Para que están los amigos?